¿HISTORIADORES DEL GRAFFITI? ¿SEGURO?

GAJES Y OFICIO DE LA INVESTIGACIÓN Y DIVULGACIÓN DEL GRAFFITI


¿Historiadores del grafiti? ¿Seguro?

Fernando Figueroa


Hoy toca hablar de intrusismo, pero descuiden, no le voy a quitar a nadie las ganas de escribir sobre el grafiti. Queda cada cual lo haga a su manera pero sabiendo de qué manera lo hace. Solo quiero poner los puntos sobre las íes y puntualizar que no todo el que escribe de grafiti lo hace como historiador, ya que hay muchos enfoques posibles. Otra cosa es que el personaje de turno diga que lo hace como historiador cuando no es así.

Autoproclamarse historiador o dejar que te lo proclamen otros sin enmendarlo no es inusual. En general, hay cierta confusión popular —o entre ignorantes sin o con estudios en entender qué es un texto de Historia. Se creo que por hablar de algún hecho pasado ya se esta escribiendo uno, y eso lleva a que se considere historiador a quien hace eso: hablar de algo pasado. Así de sencillo pero de inexacto.

Aclaremos primero que hace un historiador y luego, espero, tendremos claro quien no lo es por mucho que use ese apelativo como detentosa tarjeta de visita, oropel para impactar o reclamo para vender. A todo esto, diré que no todo lo que he escrito o escribiré yo, porque me haya titulado en Geografía e Historia, se puede considerar un texto de Historia. O sea, el título no hace al investigador, sino la práctica en torno a proyectos con un propósito historiográfico.

Un historiador es un científico social que estudia eventos de la humanidad pasados o presentes desde sus raíces históricas por medio de distintas metodologías y enfoques teóricos y atiende al contexto social, político, económico, geográfico y psicosociológico que entroncamos con la cultura o el complejo de creencias e ideologías del momento, etc. Por supuesto, todo el conocimiento debe volcarse luego en la comprensión de la actualidad y revisarse con el tiempo o desde otros puntos de vista. Personalmente, me gusta la historia social del arte y la reivindicación de una historia popular y cotidiana todo es digno de historiación—, y entiendo que su estudio debe servir para mejorar la sociedad desde un enfoque democrático


Qué no es un texto de historia

 Un reportaje periodístico.

 Una autobiografía o un diario.

— Una crónica o unos anales.

— Una sarta de opiniones o leyendas.

Estos ejemplos que he citado serían fuentes, material para el historiador, pero no textos de Historia. 

Libros como los de Mailer, Castleman o Chalfant tampoco son libros de Historia. Son registros coetáneos con otros enfoques que ni el paso del tiempo puede convertir en otra cosa, aunque adopten un sabor histórico. Aun así, muchos los ven como tales por la sencilla razón de hablar de aquello que se ha convertido en pasado. Sin embargo, gilipolleces las justas en este festival de intrusismo y despiporre terminológico. Insisto, no todo lo que habla del pasado es un libro de Historia, ni figurando en la portada la palabra «Historia». A veces son novelas o novelaciones.

También te diré que no es científico publicar colecciones de fotos antiguas sin una contextualización y un análisis, y pretender que pase por una rica contribución al conocimiento de un episodio de la humanidad. Eso no nos dice nada pero nada, y el paso del tiempo te lo aclara de no incorporar por otros medios el conocimiento que falta. Si un texto no funciona nada más que para proyectar fantasías, mal vamos. Ah y, por si a alguno se le pasa por la cabeza, en estos tiempos de sofismas y paparruchas, valerse de la muletilla «visual» para salvar la situación y llamar historiadores visuales a los fotógrafos, siguiendo la estupidez esa de «antropólogo visual» que se asigna a reporteros gráficos o audiovisuales como comodín de prestigio, que se olvide. Hacer fotos de grafitis viejos no es manera de hacerse historiador. La fotografía es una herramienta auxiliar de documentación o un arte. Además, a nadie se le ocurre hablar de médicos visuales, cirujanos visuales, matemáticos visuales, psicólogos visuales, arquitectos visuales, químicos visuales, escultores visuales, grafiteros visuales... por echar fotos a pacientes, quirófanos, fórmulas, consultas, edificios, minerales, esculturas, grafitis...

También incidiré en que vivir algo no te faculta por si solo para ser historiador. Ya he dicho que memorias o diarios no son textos de Historia. El ser un conocedor de una escena te hace a lo sumo ser la memoria viva de esa escena, pero para ir más allá hace falta mirada y método de historiador. ¡Qué carajo! ¿Qué se cree la gente que hacemos en la carrera, la licenciatura, el doctorado?, ¿ver pasar el tiempo mientras escuchamos batallitas y las vomitamos de memorieta sobre un papel? ¿No sabe que la historia se revisa, matiza, amplía..., nace de un análisis contextual de causas y efectos, de datos que continuamente se están recuperando para mejorar la comprensión del hecho histórico y el acierto de las conclusiones? Los historiadores somos máquinas de interrelacionar con sentido y propiedad.

Tampoco el divulgador de contenidos históricos o el contador de anécdotas históricas es un historiador. Quien recopila lo que cuentan los historiadores, por mucho que llame «investigar» al acto de tomar de aquí y allá información, no lo faculta para decirse historiador. El historiador maneja fuentes primarias, no solo secundarias. Es comensal y cocinero, no solo comensal.


Conclusión

En fin, contar hazañas y chismes, enumerar acontecimientos, recopilar entrevistas, compilar artículos de prensa, recoger fotografías, considerar lo que han dicho historiadores... no es que no sean tareas que no haga un historiador, es que no son el objetivo último de un historiador. Para él, documentar y verificar la calidad de los datos es la fase previa, la cimentación de lo que vendrá después. Y ya estamos en un momento de desarrollo en los estudios sobre el grafiti en que historiar debería ser una labor principal, aunque la incompetencia, la pereza, las dudas o el miedo a perder amigos o que te marginen lo frenen. Porque si algo caracteriza a historiador es que adopta la suficiente distancia para decir al pan pan y al vino vino.

Finalmente y para tener referencias, diré que en España historiadores historiadores del writing graffiti hay pocos. Aparte de mí, podría citar a Jesús de Diego (inactivo) o a Jaume Muñoz Gómez, y, como nos movemos en una esfera con frecuencia interdisciplinar, algunos otros estudiosos procedentes de otras disciplinas contemplen en su obra el aspecto histórico, como Ramón Pérez Sendra. Quizás haya alguien más con formación en Geografía e Historia o Historia del Arte, pero ahora no caigo si es que no lo conozco.



Contra la especulación

Con dinero o sin dinero

Fotos o textos

Con pan y cebolla

Ser investigador y grafitero

Ser investigador no grafitero

La adulteración de testimonios




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