CON DINERO O SIN DINERO

GAJES Y OFICIO DE LA PUBLICACIÓN DE LIBROS DE GRAFFITI (3)

 

Con dinero o sin dinero

Fernando Figueroa


En nuestro mundo pocas actividades culturales se escapan de la monetización. Siempre se rompe la magia porque nos topamos con alguna acción u operación que exige un pago monetario para poderse realizar, por lo que no hay casi nada absolutamente gratis, esto es, que pueda hacer o en lo que pueda participar un pobre si, además, le dejan de ver como tal. Por supuesto, algo tan complejo como publicar un libro entraña gastos que hay que afrontar necesariamente para culminarlo. Publicar un libro sin hacer ningún desembolso es prácticamente imposible si no hay por medio un encargo pagado, una subvención pública o un patrocinio privado que cubra todos los gastos habidos en su producción. En todo caso, hace falta dinero para adelantar el gasto que será posteriormente reintegrado.

Evidentemente, frente a otras épocas, publicar hoy en día parece más accesible y parece que más barato, pero sigue siendo costoso y, por supuesto, no se hace solo, hay que ponerle voluntad y ganas. Eso sí, sigue siendo complicado o lo es más venderlo y venderlo con un beneficio (monetario y moral) que justifique el esfuerzo, o sea, cuesta hacer libros que salgan rentables, pues no todo libro es comercial o acaba llegando al consumidor que le pueda interesar. Visto de otra forma, no todos pueden gozar en la misma medida de las oportunidades para publicar y del acceso a esas oportunidades. Además, el aprovechamiento de las oportunidades se ven muy condicionado por la posición económica que se tenga.


CON DINERO

Con dinero todo es fácil, mucho más fácil de llevar a cabo. Puedes no escatimar en gastos, comprarte un buen equipo (cámara fotográfica, ordenador, escáner, etc.), contratar personal profesional que te ayude, transcriptores, correctores, traductores, maquetadores, diseñador gráfico, portadista, una imprenta, asumir una tirada grande, una distribuidora, el diseño de una página web, un canal de venta propio, una campaña publicitaria... Incluso dedicarle mucho más tiempo personal al proyecto, asumir trámites costosos, viajar lo que te dé la gana por trabajo o gestión, pagar a los colaboradores, acceder a ciertos estratos sociales, abrirte puertas, alternar en ciertos ambientes, hacer contactos, plantear una promoción a la larga y proyectos colaterales... ¿Quién no sueña con hacer de un libro un documental, una película o una exposición, o realizar una segunda parte o una colección de títulos, tener ediciones en otros países o una edición internacional?

Vemos ya, con esto, que cuanto más dinero se tenga más riesgo se puede asumir sin temor, más a lo grande se puede hacer todo y más factible es tener un alto retorno y en un plazo más corto de tiempo. Bueno, esto sería una visión ideal de lo que podría hacer un ahijado de la fortuna, ya que, por supuesto, siempre hay riesgos en el proceso, talento y torpeza entremezclados. Además de que también, por mucho que se tenga, nadie quiere gastar más de lo que se pueda ganar, a menos que se piense en términos morales, más allá del materialismo.

Si no asumes un plan de autopublicación como el sugerido, puedes contratar a un buen agente literario que te ayude a atinar a vender tu producto, contactar con la editorial más receptiva a tu proyecto y permitirte el lujo de no precipitarte en aceptar un compromiso formal al primer sí si la editorial no tiene la categoría que desearías o su propuesta de edición no se adecúa al modelo de libro que tienes en mente. La autonomía de movimientos te permite también entrevistarte allí dónde sea y con quién fuese; contar con una excelente asesoría legal para obtener un contrato ventajoso; establecer algún plan de coedición, conseguir importantes patrocinios y no por necesidad, sino por sinergia... En suma, que te tomen en serio yendo a lo grande, por encima de la presión del tiempo y vistiendo bien.

Aquí hay que incidir en la diferencia de marco de desarrollo que hay entre los proyectos de investigadores o escritores de graffiti ricos o de familias acomodadas y de los que no pertenecemos a esas clases sociales. Ejemplos como Henry Chalfant, Martha Cooper o James Prigoff son muy ilustrativos de investigadores con una posición económica de partida más que desahogada, incluso millonaria, que no solo les permitió en su día sacar adelante un proyecto concreto, sino también sostener una actividad a lo largo del tiempo con un ritmo y una exigencia de gestión que sobrepasa la capacidad de una persona solitaria que necesita trabajar para vivir. Su ubicación en unas esferas sociales con proyección cultural y resonancia mediática les ha favorecido, sin duda, para cuidar su notoriedad pública, su posicionamiento en la escena especializada y la posibilidad de contar con asistentes. Han podido dedicarse a la tarea más de lleno y sacar mayor partido económico a su potencial laboral.

Por otro lado, la gente con pasta suele ser muy viva y, por su familiaridad con el dinero, aprende a manejarlo y a invertir y, al trabajar a lo grande, pueden obtener más lucrativos márgenes de ganancia que alguien que solo se puede permitir editar cien o doscientos ejemplares y venderlos dentro de las fronteras de su ciudad, sin pasar el límite psicológico de los veinte o treinta euros, una cifra accesible para toda la comunidad a la que tiene acceso. También es bien cierto que al que tiene dinero no le faltan amigos (amigos a los que no les importa, incluso, comprar el libro de un amigo por simple amistad) y la pobreza te acaba aislando de uno u otro modo. Al final, para el que no tiene, no hay más lucha que echar cuentas para ver, no si se gana, sino cuánto se recupera. 


SIN DINERO

Sin dinero, la primera posibilidad que se nos figura es acudir a una editorial a la que le convenza nuestro libro. Pero no suele ser sencillo publicar en grandes editoriales porque la misma barrera social funciona como una criba. Por no decir que esta clase de libros comúnmente no tiene fácil acogida por lo reducido de su espectro de venta y lo costoso de realizar un libro con imágenes a color. Eso sí, puede ser interesante para una editorial pequeña si el plan de ventas que se le ofrece le resulta interesante y se hacen algunos recortes de producción.

No obstante, las pequeñas editoriales hacen tiradas pequeñas con porcentajes de autor que rondan habitualmente el 7-10 % del PVP y que se van vendiendo a un ritmo lento después del primer tirón, por lo que la paciencia debe ayudar a mantener el ánimo. Por supuesto, no pones ni un euro en el proceso de publicación (o así debería ser, que ahora se estila cobrarte por servicios editoriales que antes eran obligaciones de la editorial). Otro tema es que luego se cumpla con el pago de regalías, pero esa es otra película. Las editoriales académicas serían un mundo aparte a la esfera comercial, donde es posible publicar sin poner dinero con calidad y tiradas generosas, pero sin que el autor reciba normalmente dinero; si acaso, un número prefijado de ejemplares. En absoluto el autor pone dinero alguno.

Sin embargo, ante los bajos márgenes de beneficio, se puede pensar en que autoeditar debe de dar más ventaja en lo que se refiere a remuneración. Se piensa así porque uno puede aspirar a quedarse con la parte del editor y del distribuidor, pasar de ganar por libro el 10 % al 30-40 % del PVP. Aunque lo cierto es que ese cálculo puede ser engañoso dependiendo de si se acierta o no con poner un precio razonable al libro para no pillarse los dedos o se acabará perdiendo de más simplemente con gastos imprevistos (envíos por correo postal, impuestos, etc.). O sea, querer ganar más supone asumir más carga de trabajo y eso exige tener la musculación económica que se reparte en un proceso normal entre varias personas. 

De todos modos, es muy cuestionable que con la autopublicación se gane más, porque al tomar la función de editor-comercial se incrementa el esfuerzo y se asumen más gastos extras. Sinceramente, en mi caso autopublicar asumiendo la venta ha sido la experiencia libresca más lamentable en términos monetarios, precisamente por apostar por proyectos demasiado grandes a precios asequibles. Se perdió dinero (mucho dinero) por torpezas varias que algún día desvelaré y que claman vergüenza ajena, y que impidieron plantear reediciones que quizás hubiesen podido sacar al fiasco de los números rojos.

Para hacerse una idea del volumen de gastos, estos son algunos de los posibles gastos generales que conllevaría autopublicar:

* Gastos de realización del manuscrito [horas/nalga + consumo eléctrico + consumibles (p. e., impresiones, fotocopias) + traslados + convites informantes]
* Premaquetación (corrección) + maquetación (diseñador gráfico + portadista)
* ISBN + imprenta + publicidad + portes o gastos de envío 

Se aconseja por lo general calcular el PVP (del que vivirá el editor, el distribuidor, el librero, el autor y el Estado) cuadriplicando el precio del coste de producción de todo ese conjunto de gastos y que, de verdad, se cubra con él todo lo invertido en producir ese libro. Ahora, ¡atención!, de cumplirse con esta premisa, muchos libros serían invendibles; pasarían todos de las tres cifras. Entendemos, pues, que para que ese cálculo se modere (sin que haya posibilidad de incrementar la producción y distribución) hay que sacrificar la parte del productor, cuya mano de obra, cuyas horas de trabajo y pequeños o invisibles gastos no se cuantificarán jamás; y calcular el PVP sobre el precio de impresión del libro (cuatro veces el precio de coste de impresión del ejemplar). El editor paga por la obra en sí, o mejor dicho, por su valor comercial en relación con la necesidad de compartir de su autor, con un plan de amortización a largo plazo. 


EXPERIENCIAS SIN DINERO

Las tristes experiencias y mi cada vez más precaria situación económica me llevaron a concebir proyectos cada vez más humildes y restringidos en gastos monetarios, aunque se incrementase más aún el tiempo-esfuerzo dedicado no remunerado. Por supuesto, empleé una plataforma de autopublicación que no exigía ningún depósito, la promoción pasó por eventos gratuitos, uso gratuito de las redes sociales y el boca a boca, buscando en todo momento el menor desembolso posible.

Los dos proyectos que se encuadran en esta etapa autopublicadora son Grafiti y civilización vol. I y Graphímeros vol. I. 

* El primero combinaba la publicación por plataforma (Amazon) y la distribución por descarga gratuita en Researchgate.net y Academia.edu. Los resultados han sido hasta hoy:

     — 62 libros físicos vendidos; 1040 lecturas completas R.G.; 128 descargas Ac.
     — El coste monetario se redujo al pago de 350 euros. El retorno económico ha sido de 192,80 euros. Ante este déficit, opté por aplazar la salida del segundo volumen y prescindir de prologuista y portadista en mi siguiente libro.

* El segundo se lanzó en la misma plataforma, pero sin liberar el PDF por las redes académicas. Eso me aclararía si ese tipo de liberaciones afectaba de un modo determinante a la venta del libro físico; y parece que no. El resultado fue:

     — 61 libros físicos vendidos.
     — Sin gasto, fuera de los costes personales, la retribución económica ha sido de 182,89 euros. Había evitado toda colaboración pagada y, con ello, conseguí por fin un libro autopublicado con beneficios (es un decir, que ya sabemos que no cubre el tiempo dedicado a su escritura y maquetación). 

Tras estas experiencias, parece que el próximo paso a seguir será reducir al máximo el tiempo y esfuerzo dedicado a hacer un libro; y eso solo lo soluciona la experiencia y centrarse en proyectos de ejecución rápida al margen de su tiempo de cocción. Obviamente, es complicado ajustar ese parámetro tan delicado, aunque la calidad tristemente no puntúe lo que se esperaría. Cada libro es un mundo y no he podido (ni me atrevo a) hacer una estimación de las horas/nalga empleadas y el gasto eléctrico que ha acarreado cada libro y, por tanto, no asumiría el berenjenal de cronometrarme como un explotador de mí mismo. De entrar en esa dinámica, mucho me temo que me tiraría por un puente o desistiría de seguir publicando por cualquiera de las vías existentes. También, cabe la posibilidad de hacer proyectos más simples y comerciales, pero no me suele motivar esa vertiente. 


CONCLUSIÓN

Ser de clase media-baja o baja no es excusa en la actualidad para sacar un libro adelante. Ahora, no te sacará de pobre y hasta te puede ayudar a ser más pobre, eso es evidente. El que un libro te vaya a hacer rico depende, en verdad, de lo rico que seas antes o sean tus amigos y de que quieras y puedas plantearte un proyecto de lujo, a lo grande, que suelte buen jugo; si no, hazte cuenta de que el retorno monetario será nimio, simbólico, ridículo. El rico puede atreverse con todo y cualquier mecánica le puede salir bien, hasta la underground, hasta se puede permitir que le salga mal y volver a empezar; pero el pobre, ay, si tira mucho por lo alto, puede entrar en una situación delicada, apurada, grave. Hay que andarse con pies de plomo, pues se puede perder mucho y entramparse. Es aconsejable limitarse a lo que se puede, sin meterse en préstamos que no podrás devolver. 

Si visto lo visto, asumes el riesgo, lo haces porque es un capricho, es tu ilusión compartir, pues adelante, que sarna con gusto no pica y, como dice el cantar, con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero. Yo lo he hecho y, por supuesto, me ha dolido, pero no tanto como para arrepentirme o no poder encontrar alguna traza positiva o aspecto cómico que descargue la sensación de fracaso.

A todo esto, resulta bueno entender, para vencer las barreras de clase e implementar una sociedad democrática, la necesidad de generar redes de favores, de trueque laboral o de cooperación mediante pago mínimo entre quienes se manejan en un estrato económico inferior. También, lo crucial que puede ser optar a ayudas públicas o estudiar las plataformas de micromecenazgo como vías que resuelvan el problema de reunir el capital para acometer la empresa de publicar un libro y darle salida. Así como el gran apoyo que podría suponer generar cauces de visualización pública alternativos a través del eje autor-(pequeña editorial)-booktuber-librería.


Gajes y oficio de la publicación de libros de graffiti (1): Con editorial o sin editorial.

Gajes y oficio de la publicación de libros de graffiti (2): Solo o acompañado.

Gajes y oficio de la publicación de libros de graffiti (4): Fotos o textos.



Comentarios