STREET ART

 



 

Street Art

Louis Bou


Editorial: Instituto Monsa de Ediciones
Año: 2005
Idioma: Castellano


SINOPSIS DE LA EDITORIAL


Paseando por cualquier gran capital del mundo, podemos encontrarnos frente a impactantes obras de arte sobre edificios, aceras, señales de tráfico y otras superficies. Street Art presenta una completa descripción del movimiento que ha finales de los años sesenta comenzó en Nueva York y Filadelfia convirtiéndose desde entonces en un fenómeno sociocultural en ciudades como Nueva York, Londres y Barcelona. 

Ilustrado con más de 900 fotografías a todo color, Street Art realiza un excitante viaje a través de los diferentes estilos y artistas más influyentes de este movimiento artístico que, aunque existe desde hace décadas, está emergiendo cada vez con más fuerza para convertirse en un capítulo más de la historia del arte.

Street Art presenta las obras de Above, Birdie, Boris Hoppek, Btoy, Chanoir, D*face, Evil Toys, Fafi, Flying Fortress,.Freaklüb, Jace, Kefli, Koralie, Lady Magenta, Microbo, Miss Van, Obey Giant, Pez, Ripo, Savage Girl, Soket, Supakitch y The London Police entre muchos otros.


OPINIÓN


Este fotolibro ha envejecido bastante bien por ser de los primeros en registrar la escena coetánea más pura del street art de la primera mitad de la década de los dos mil, al que también denomina postgraffiti con coherencia, y merece formar parte de tu biblioteca, aunque sea por curiosidad. Sus imágenes y los nombres catalogados son bastante significativos, aunque, como pasa en estos libros de fotos, sirven más de carta de presentación de los artistas más sonados del momento que como un testimonio histórico que ponga a cada uno en su sitio. ¡Ojo!, que tiene mucho interés histórico, incluso por sí mismo como documento, pero se siente eso, que, como legado, se limita a darnos una información que subraya la autoría sobre una serie de productos y a seguir el rol de carta de valor de ciertos artistas urbanos activos por entonces como figuras representativas de una corriente o como jóvenes talentos con mucho que decir en el arte en un futuro inmediato.

Sobre sus textos, escasos y sintéticos como suele ser en las publicaciones con este formato, donde parece que una abundancia de texto podría deslucir las imágenes o restarles protagonismo o espacio, muestran un mejor conocimiento general que el que ofrece el confuso texto de presentación de la editorial. Sin embargo, la explicación de qué es el street art se hace liosa y fallida por el afán de simplificar y disociarlo del graffiti con todo lo que se tenga a mano.

La mayor pega, sin embargo, es la mezcla de imágenes sin aclarar su localización. Tienes que ser un avezado observador de los detalles urbanos para saber si tal o cual foto es de Barcelona, Londres, Nueva York, París..., pues solo se indica la autoría de las piezas. No obstante, puede ser divertido hacer del defecto virtud y jugar a descubrir de dónde es la imagen mirando tejados, el mobiliario urbano, los pavimentos, el diseño o el idioma de los rótulos... Cabe entender que el batiburrillo quiere mostrar que estamos ante un fenómeno global, pero con ese silencio, precisamente, se silencia un factor importante para evaluar la capacidad de los artistas.

Sobre las dataciones, mejor no pillarse los dedos y decir eso de «primera mitad de la primera década del siglo XXI», aunque supongamos que se sitúen en la franja 2002-2004 o 2005 por lógica.

Por lo demás, está estructurado por bloques temáticos (plantillas, texturas urbanas, pegatinas, personajes, país de las maravillas, señales de tráfico, panorama callejero) que permiten obtener una correcta panorámica de la alta creatividad y pluralidad del arte urbano de los dos mil, antes de su conversión en una corriente comercial más del mundo del arte con tufillo a rebelde o superenrollada.

Su autor es el prolífico Louis Bou, por entonces diseñador gráfico, fotógrafo especializado en moda, director de arte de la editorial Monsa, detalle que nos ilustra lo oportuno de esta publicación, pues no era fácil acceder a editoriales para sacar adelante este tipo de proyectos en aquellos años. Desde dentro, todo es más fácil.

Es divertido ver el uso de la cita de Gombrich, cuya autoría Bou no menciona, como colofón del libro, con objeto de reivindicar un arte fuera del ecosistema artístico. No es ese su sentido original, pero no desentona como relectura contracultural. Otros, expertos, con la osadía que da la ignorancia, la han usado para negar que el graffiti sea arte, pero es lo que tiene no leerse el libro que pare la cita, descontextualizarla y recortarla a conveniencia para que encaje en el plan que uno tiene en la cabeza. 





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