SUBWAY GRAFFITI


Subway Graffiti

Martha Cooper y Henry Chalfant


Editorial: Thames and Hudson, Londres
Año: 1984
Idioma: Inglés


SINOPSIS DE LA EDITORIAL 
(Traducción de Fernando Figueroa)

Efímero, reservado, ilegal. Rebelde, provocador, competitivo. Así es el más reciente arte popular de América. Surgido de la rivalidad pandillera de los adolescentes neoyorquinos, se ha desarrollado desde la cruda escritura del grafiti hasta ser la caligrafía más sofisticada que floreció en una constante mutación, en un espectáculo itinerante, audaz y brillante en el sistema metropolitano de la ciudad.

Dos dotados fotógrafos, en un trabajo estrecho con los mismos «escritores», han documentado esta extraordinaria estructura urbana, sus orígenes e historia, estilos y técnicas, argot y convenciones, la filosofía de los artistas, y también la hostilidad de una autoridad que desprecia un fenómeno cultural que es igualmente fascinante en su relevancia social y artística.



OPINIÓN

Tras el éxito del documental Style Wars (1983), Henry Chalfant se unió a Martha Cooper para sacar adelante este proyecto, una extensión en papel de aquella aportación audiovisual, donde el componente gráfico era la principal baza comercial. Su contenido reunió material gráfico recopilado entre los años setenta y ochenta y permitió, dado el formato, una contemplación más detenida y más fértil en el aspecto graficoplástico que el visionado ocasional de una proyección en pantalla de cine o durante una emisión televisiva puntual. A través de 239 ilustraciones y breves textos se inició a multitud de lectores, no solo de Gran Bretaña, sino de otros muchos países, gracias a una feliz distribución internacional y a las reediciones. Se puede afirmar que contribuyó a su manera a la difusión del fenómeno y a que sus actores se ajustaran al patrón neoyorquino. Un nutrimento esencial para la concreción y afiliación a la tradición del subway graffiti neoyorquino de las distintas escuelas municipales o nacionales que iban surgiendo, como las europeas.

Cabe comentar la anécdota de que se publicó en Gran Bretaña y no en Estados Unidos por la presión de lo correctamente político, al plantearse en un contexto histórico donde ya se había consolidado firmemente la contemplación criminal del subway graffiti en su país de origen. Tendría, además, una secuela: Spraycan Art (1987). Por otro lado, ha servido de modelo para libros posteriores, similares en planteamiento, en otras partes del mundo. Finalmente, el paso del tiempo lo ha reafirmado como un libro de culto, apreciado por nostálgicos y entendidos, aunque su valor como puerta de conocimiento al fenómeno ha quedado ya bastante superado por libros como, por ejemplo, los de Roger Gastman. No así el documental que lo precedió, que sigue siendo muy instructivo.


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