PICARDÍA MEXICANA

Letreros, dibujos y grafitos groseros de la picardía mexicana

Armando Jiménez (recopilador)


Editorial: Posada, México D.F.
Año: 1975
Idioma: Castellano


SINOPSIS DE LA EDITORIAL

Los grafitos que A. Jiménez recopila en este libro tienen como características el humor y la picardía habituales del mexicano. Son en su mayor parte agudos comentarios sobre nuestra realidad y no están exentos de connotaciones políticas. En este sentido, el trabajo de A. Jiménez es una valiosa contribución al esclarecimiento de nuestra conducta social.

Además, ya se pueden editar en México libros con tales expresiones, pues afortunadamente desaparecieron las agrupaciones oficiosas que se habían arrogado el derecho de prohibir lo que les parecía inconveniente. Y a nuestras autoridades hay que reconocerles como una cualidad el hecho de saber resistir las censuras, justas o inmerecidas, provenientes de cualquier sector, y su apoyo para respetar la libertad de expresión.


OPINIÓN

La literatura pulp siempre mantuvo un hueco para el tema del grafiti y en especial esas misceláneas grafiteras que se han ido prodigando desde el siglo XVIII. Por esa razón, Armando Jiménez publicó en el siglo XX esta simpática miscelánea de grafitis y letreros que trata de explorar la idiosincrasia mexicana a través de la incursión en la intimidad expresiva, sobre todo, de la esfera masculina. Para ello contó con la colaboración de otros fisgadores de lo popular: Armando de María y Campos, Vicente T. Mendoza, Salvador Novo, Diego Rivera, Gutierre Tibón, Francisco L. Urquizo, Artemio de Valle-Arizpe o Higinio Vázquez Santa Anna, entre otros, que facilitaban el acceso al público general, recatado y de clase bien de estos arcanos testimonios.

En este tipo de libros, se agradece mucho la llaneza, la franqueza, la falta de pudor, apoyadas en la sinceridad de los documentos recogidos y las glosas explicativas redactadas con un tono distendido, pero preciso, que se acopla perfectamente al ámbito escatológico. Por supuesto, el autor ahonda en una visión irreverente y hasta obscena del grafiti, aunque no por ello haya que sobreentender que el latrinalia carece de arte y gracia o de informaciones valiosas para conocer la sociedad que lo acoge. Todo lo contrario, se puede decir que lo tiene todo porque el tiempo se explaya en sus dominios y ofrece una gloriosa oportunidad para disfrutar de un exponente extraoficial y sincero de la vitalidad creativa y recreativa de la cultura popular. Aunque sus dibujos son una delicia y realzan el aspecto de documento de campo, sí que es una lástima que por entonces no se estilase la documentación fotográfica del grafiti para poder haber conservado más en su salsa esos grafitis, sino que se prefería por lo vulgar del tema la recreación o la ecfrasis. Por cierto, si alguien no sabe lo que es el gallito inglés, aquí te lo enseñan despacito y con buena letra.

En definitiva, este pequeño tesorillo histórico de la grafitografía mexicana y universal puede afirmarse que es la más exitosa obra sobre el grafiti en el mundo. Si ya cuando se publicó la cuarta edición, al segundo año de su primera edición, contaba en el mercado con un cúmulo de 155 000 ejemplares; ahora en 1991, con veintisiete ediciones a sus espaldas, es de presumir que superará con creces el millón de ejemplares publicados, un bestseller de platino en toda regla. Este éxito confirmado por sus sucesivas reediciones lo convierte en un clásico que no puede faltar en una biblioteca grafitológica que se precie, por mucho que alguno discrepe o vaya de fino.


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